Breve crónica de un día de entrega y un discurso que se queda corto

Hay días que merecen ser contados. No tanto por lo que pasó, sino por lo que pudo pasar. Sin embargo, no es mi intención contar lo segundo, así que me concentraré en lo que pasó, lo que pude ver, sentir, pensar. Hoy, 6 de marzo de 2025, se cumplió poco más de una semana de paro en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), un paro que ha tomado las instalaciones de Ciudad Universitaria, y que ha generado opiniones divididas. Algunas en apoyo a la comunidad estudiantil que se encuentra atrincherada, otras que piden que se levante el paro para regresar a clases presenciales.

Como estudiante de doctorado la BUAP, me tocó tomar postura. El lunes 3 de marzo asistí a la Asamblea General de la Facultad de Economía, donde se anida mi posgrado. Ahí conocí a más de 150 jóvenes de las licenciaturas en Finanzas y en Economía. Conocí a las personas estudiantes que tomaron el estandarte de lucha para exigir cambios en nuestra facultad. En dicha Asamblea pude ver la organización de la comunidad. Pude ver la pujanza de lxs chavxs, pude escuchar la pasión con la que defendían su posicionamiento: “queremos que nos escuchen”, se escuchó repetitivamente. Para llegar a esta Asamblea, la comunidad de esta facultad en paro, contaban con un borrador del pliego petitorio, mismo que durante dicha jornada se leyó, se criticó y se trabajo. Repito, sólo puedo hablar de lo que pude observar. Al finalizar la jornada, se designaron voceras y voceros, se fijaron algunas otras funciones, se repitió sonoramente la solicitud: “quien pueda quedarse, hágalo por favor”, y se asignaron algunas funciones para quienes no podrían hacerlo. Como en mi caso. Mi vida familiar, Páramo, mis trabajos pendientes, me impidieron siquiera estar al pendiente de cualquier comisión, sin embargo, levanté la mano para ofrecer lo único que siempre ofrezco cuando me quiero sumar a un proyecto.

Evidentemente en esta ocasión, descarté inmediatamente tomar fotografías, por lo que me ofrecí a ayudarles a escribir cualquier documento que necesitaran. Esa fue mi apuesta, mi postura, y aunque considero que no fui de mucha ayuda, o, mejor dicho, nula ayuda, me encargaron un Discurso donde recogiera las voces del movimiento, las propuestas realizadas en el pliego petitorio, las ganas que tenían de terminar todo esto, no sin antes lograr ser escuchadxs.

El discurso fue leído este 6 de marzo por un colega de doctorado que se armó de valor para entregar el pliego petitorio. (Paréntesis: en X, leí repetidamente quejas de que mi compañero no sabía escribir, por lo que aprovecho el espacio para asumir, que quien no sabe escribir, soy yo. Para mi compañero, mi amigo, toda la admiración). Ese texto, lo comparto aquí, no sin antes continuar contando mis impresiones de este día de entrega.

Fue una tarde extraña. Un par de cambios de horarios, risas nerviosas, una Ciudad Universitaria en pena efervecencia, llena de estudiantes que estábamos nerviosos. Y no era para menos. Unas horas antes se llevó a cabo la III Reunión y Segunda Sesión Extraordinaria del Consejo Universitario de la BUAP. Hubo un punto durante esta sesión, presidida por la rectora, que me propuse contar cuántas veces se repetía la palabra diálogo (Otro paréntesis, quiero escribir sobre el diálogo… luego será). Después de la quince dejé de contar. No hay mucho que decir, más allá curiosidades, como los aplausos al finalizar cada intervención, en unos casos, muchos aplausos, en otros, grillos. La edición del switcher, siguió la misma lógica, el cuadro enfocando estratégicamente. No diré más.

Sin embargo, lo que llamó más mi atención, fueron las intervenciones de las y los consejeros de las preparatorias. Pensadas, poderosas, llamando a la unidad y sobretodo, confirmando que es en la juventud cuando el cambio, la lealtad, lo comunitario, son más valiosos que salir bien parado. La intervención de la representante de la 2 de Octubre, invocó el nombre de su escuela para advertir que los movimientos estudiantiles han marcado a este país, y que siempre valdrá la pena invocar esa fecha cada que las, los les estudiantes salen a sufrir para poder gritar. Lo sé, muchos verbos.

En Ciudad Universitaria, justo a punto de comenzar la entrega de los pliegos petitorios, reinó la incertidumbre. Los conatos de división en una Facultad asustaron a las demás. Se planteó la posibilidad de no entregar el pliego, de hacerse a un lado, de pensar en uno mismo y en su seguridad. Sin embargo, nuevamente las juventudes se armaron de valor e hicieron una marcha, chiquita, nerviosa, pero convencida de la misión: entregar el dichoso pliego.

Ese acto de valentía apagó el caos. Los primeros aplausos después de la entrega del documento, ordenaron el ambiente, y los contingentes de las facultades se serenaron. La entrega ocurrió, las risas, aunque nerviosas, se fueron incrementando, y aunque la consigna unida fue “el paro no se levanta” aunque se inicien las mesas de diálogo, ya estaba hecho el primer paso hacia la resolución.

La voz de la comunidad universitaria se hace sentir y hoy pude presenciarla: pude estremecerme, aplaudir, llorar poquito. Escribo esta introducción desde la comodidad de mi hogar, privilegiado, preocupado y avergonzado por no hacer más, pero dichoso de presenciar la efervescencia de la lucha estudiantil.

Hoy escuché tantas voces, leí tantos comentarios, sentí los miedos de mis compañeras y compañeros. Sentí preocupación, sentí decepción, sentí felicidad. Todas las posturas merecen ser escuchadas y confrontadas. Cada quien siempre debe de tomar una posición, y hablar y hacer y sentir, es por ello que escribí el siguiente discurso, cursi, pero con ganas de cambiar algo. Lo publico, porque me siento honrado de ser estudiante de la BUAP, y por reconocimiento a todas las personas que luchan.

Discurso para la entrega pública del Pliego Petitorio de la Facultad de Economía 2025*

¿Para qué son las marchas, el cierre de calles y avenidas?, ¿para qué son las huelgas?, ¿para qué son los monumentos pintados, las cartulinas con consignas en las paredes?, ¿para qué son los paros de labores, la toma de edificios?, ¿Para qué alzar la voz por un mundo mejor si ese mundo parece haberse ensordecido?, ¿para qué sirve romper con lo cotidiano y señalar la injusticia? ¿para qué sirve vivir con miedo?: ¿para qué pensar bien si no podemos exigir vivir mejor?

Las colectividades aquí presentes no sabemos la respuesta a esas interrogantes, pero sí sabemos que queremos una educación de calidad, un mundo más justo, sin acoso, sin violencia. Sabemos que queremos la oportunidad de luchar por conquistar, aunque sea un pedacito del sueño con el que entramos a la universidad. Somos estudiantes y cerramos Ciudad Universitaria para responder a esos cuestionamientos. Cerramos nuestra universidad cuando vimos la oportunidad de exigir, vimos la oportunidad de alzar la voz y compartir con las autoridades universitarias, la comunidad, otras y otros estudiantes, que las cosas no están bien. Cerramos la universidad para compartir la necesidad de mejorar las instalaciones y proponer mejoras. Cerramos la universidad para exigir que se luche contra el acoso escolar. Cerramos para evidenciar que no se está haciendo lo suficiente por frenar la violencia contra la mujer, la violencia contra las diversidades, la violencia contra las y los estudiantes que viven condiciones precarias. Cerramos para evidenciar que el transporte puede mejorarse, para pedirle a las autoridades universitarias que hagan su trabajo y construyan una comunidad integrada, con espacios de convivencia, con oportunidades de avance para todas, todos y todes. 

Es decir, cerramos nuestra universidad como un acto de amor para ella. El Paro BUAP 2025 es una carta de amor a nuestra máxima casa de estudios. Este es un movimiento estudiantil engendrado en el amor por la universidad, porque queremos que mejoren sus instalaciones, que mejoren sus procesos, que cumpla con todo lo que se propone. En esta carta de amor, honramos a las luchas pasadas, las que nos dieron autonomía también cerraron sus aulas, las que nos dieron la oportunidad de que las, los les hijos de las clases más oprimidas pudieran hacer una carrera universitaria. 

En este acto de amor, donde honramos y sentimos compasión con este nuestro hogar, recibimos amenazas, fuimos sometidos al escrutinio público, nos hicieron menos, nos pidieron dialogar sin escucharnos, nos pidieron no quejarnos, pues “podríamos estar peor”; nos gritaron, nos insultaron. De todas las palabras que saltaron de boca a boca, en las publicaciones de redes sociales, en algunos medios de comunicación, consideramos que las que más nos afectaron, fue cuando nos acusaron de no ser estudiantes. ¿Qué es ser un estudiante? ¿Un estudiante es una persona que ingresa a una institución escolar para cumplir con materias hasta concluir un programa de estudios? ¿O implica horas en transporte público, temer por la seguridad, escuchar amenazas, ser ninguneado por tener sueños, llevar su propio papel higiénico, pasar hambre por pagar un autobús en ruinas, cuidarse del acoso, luchar por mantenerse despierto para estudiar antes de trabajar? 

Nos acusaron de no ser estudiantes y así, nos quitaron lo poco que tenemos: nuestra identidad. Creemos que las, los, les estudiantes, son personas que quieren mejorar algo, sus vidas, sus competencias, sus oportunidades, mejorar a sus comunidades. Creemos que ser estudiante es ser alguien comprometido con el cambio, es asumir que tenemos deficiencias, pero también, que contamos con el potencial de incidir positivamente en nuestra comunidad, en nuestra calidad de vida y la de lxs demás. Así que queremos aclarar, quienes queremos un mundo más justo, somos estudiantes. 

Pero ese mundo más justo no lo construiremos solo las, los y les estudiantes. Lo construiremos con docentes comprometidos, con madres y padres, con las personas trabajadoras que luchan, con personas conductoras de autobuses, cocineras, personal de seguridad, personas limpiadoras, personas cuidadoras. Y queremos construir ese mejor mundo de la mano de las personas que sustentan un cargo de poder, de la mano de la rectora, de las, los, les docentes, de las autoridades que tienen en sus firmas la toma de decisiones, ya que, sin ellxs, todo esto no tendría sentido.

Es por ello que hacemos la entrega pública de nuestro pliego petitorio. Un documento que integra en apenas 15 puntos, el sentir de la comunidad estudiantil de la Facultad de Economía, pero que resuena en sintonía con los pliegos petitorios de otras facultades. Tenemos la convicción de que el presente pliego petitorio, representa una oportunidad para mejorar a nuestra universidad. Ya lo ha hecho. Para redactar este pliego petitorio, nos unimos como estudiantes, conocimos a nuestras compañeras y compañeros de las licenciaturas en Finanzas y Economía, conocimos a nuestras compañeras y compañeros que estudian en los posgrados, las maestrías y doctorados. Nos unimos en colectividad para exponer nuestros puntos de vista, para compartir las inquietudes, las potencialidades con las que cuentan nuestras carreras, la esperanza por mejorar esta casa de estudios, porque es nuestra casa, nuestro hogar. Pero también nos unimos para compartir nuestros miedos, nuestras historias de acoso y violencia, nuestras incertidumbres. Este pliego petitorio que hoy entregamos, es la evidencia de que podemos mejorar como estudiantes, como comunidad, como universidad, y esperamos que así sea recibido por nuestras autoridades, como una oportunidad de “pensar bien, para vivir mejor”.

*Texto íntegro, del cual se leyó un fragmento este 6 de marzo de 2025 en las instalaciones de Ciudad Universitaria, por mi amigo y uno de los estudiantes más valientes que conozco.


Comentarios

Una respuesta a “Breve crónica de un día de entrega y un discurso que se queda corto”

  1. […] minimizándolo, deslegitimándolo, acusando a la chaviza de que «ni son estudiantes» [aquí les dejo un texto cursi y chafa que escribí la otra vez], etcétera, etcétera, etcétera —lo escribí completo tres veces para hacer más […]

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